Caminan
juntos cada día, cada mañana... cogidos muy fuerte de la mano, la piel muy
clara, los ojos casi transparentes, ausentes de vida parecen, solo miran al
frente y de vez en cuando se besan con esa ternura que aún les queda a pesar de
todo. Tienen esa edad indeterminada que tantas veces hemos visto en los hombres
perdidos, ausentes, caminando, o mejor diría que flotando, hacia ningún sitio
seguramente.
Me
piden una moneda para un café (dice ella) asiente él.