Como
yo “soy de letras” esto de las ecuaciones ciertamente siempre me ha resultado
difícil de entender, mas en este caso lo he entendido rápidamente utilizando un
caso práctico: es cuestión de conjugar expectativas y resultados, con
información previa, y a ver qué tan feliz me he sentido.
Como
estamos en la playa, este año un poco más lejos que otros años, hay que cargar
con las toallas, manguitos, cubos, palas, el cochecito del pequeño y la
sombrilla naturalmente, tras un recorrido de 7 minutos exactamente (primer
objetivo cumplido) llegamos al lugar justo donde nos interesa “instalar el
campamento”.
Llegamos
prontito antes de las 10 de la mañana (segundo objetivo) y así conseguimos ese
punto preciso en la arena, primera línea frente al mar y con la playa vacía
(que lujazo!); uno de los niños se encarga de marcar el territorio creando una
auténtica fortaleza con foso y todo, pedimos una tumbona al chiringuito, que
también está cerca por supuesto, y comenzamos la jornada playera cada uno a lo
suyo: baños, castillos, buscar conchas, buscar peces, medusas y por supuesto
paseos por la orilla del mar, y además conseguir con el factor 50 que nadie se
queme los hombros que es lo peor…(tercer objetivo)
Los
veraneantes van llegando y hasta tres filas de toallas y tumbonas llegan a
formarse. Creo que nos miran con cierto reparo, si bien como ya nos conocen,
saben que nos iremos pronto y se llenan de paciencia aunque sin dejar de observarnos
de vez en vez……… (es evidente que ellos no han conseguido su objetivo…)
A
las 13 horas recogemos bártulos y nos vamos al chiringuito a “tomar algo” y
tras mirar la sonrisa de todos puedo comprobar que la ecuación (sin necesidad
de RM) ha salido positiva!!! (o eso creo…………)
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