Leo
(y veo) en la prensa las pintadas que ha sembrado un probable imbécil en un
monumento prehistórico de Menorca, en Sa Naveta des Tudons, quizá el más
importante de la isla, al que se data entre el 1200 y el 750 a.C.
No
tengo que ir muy lejos para encontrarme (esta vez por el barrio de Retiro, en
Madrid) absurdas pintadas y señales de otros personajes de similar catadura, a
los que la propiedad privada, el arte o el bien material les importa un bledo.

Son
ejemplos de las pintadas que aparecen, sin ningún tipo de temor a ser
descubiertos, mientras se destrozan monumentos o, simplemente, se ensucian las
ciudades.
El
“yo estuve aquí” de semejantes vándalos debería ser identificado. Y la
colaboración ciudadana debería ser inexcusable. Nunca entenderé porqué lo
hacen… ni tampoco, por qué dejando muchas veces su “firma”, no les detiene la
policía.
Sa
Naveta des Tudons, monumento funerario de planta ciclópea considerado el más
antiguo de Europa
Una
manera “clásica” de ensuciar nuestras ciudades
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