Pues hablaremos otra vez de pandemia, ¡cómo no!
A estas alturas… con la marca de la mascarilla
a cuestas, con la vista puesta en la “cercanía” del otro… la desconfianza “en
el bolsillo”, con las dos dosis de vacuna recorriéndome el cuerpo…. he decidido
“examinarme” un poco la mente…. y, sobre todo, la actitud propia…
Y sí, estoy afectada… no tengo fiebre, no tengo
tos, puedo oler perfectamente y paladeo con gusto. Sin embargo, hay algo que ha
cambiado en mí. Hay algo que me ha inoculado el maldito virus….
Creo que la “metafísica” me bloquea, vamos que
sucesos más allá de lo explicable me acechan… Y así me encuentro de vez en
cuando hablando conmigo misma. Discutiendo sobre lo “divino y lo humano”,
explicándome las noticias que nos sueltan, a destajo, los medios de
comunicación.
Y analizo los comportamientos de los “otros”
como si estuviera dando una conferencia… vamos que tengo que controlarme, a
veces, porque dirijo el índice de mi mano derecha cada vez que afirmo un
pensamiento….
Y es que, como lo digo, estoy “hablando solo”.
Así, y ayudada por los medios de comunicación,
trastoco mi mente cada día hablando de los temas en los que nos hemos hecho
sabios: la libertad de expresión, lo del feminismo y el machismo, la cosa
comunista y fascista, los virus, las vacunas (en toda su extensión, incluido el
negacionismo), los botellones, la distancia social, la política exterior, la
vuelta al cole, las dosis de las vacunas…. Y ahora y ¡para colmo!, lo de los
puñeteros talibanes….
Lo mejor de esto, lo de “hablar solo”, es que siempre me doy la razón. Así regreso a mi casa tan contenta, después de la caminata diaria…. (¡Viva la metafísica que nos acecha….!)
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