Y así llegamos como cada año, como siempre, a veros hijas de Santa Clara, seráficas herederas de quien fue nuestro santo predilecto San Francisco de Asís, empujados por el deseo de nuestros padres, abuelos….
Ahora a nuestra llamada, nos responden a través de portero automático; “Ave maría Purísima”, subimos rápido los escalones y tras recoger la llave del torno entramos en tropel hasta la sala grande ceñida por la reja, reja tras la que podemos distinguir a las amadas hijas de Santa Clara, que resisten alegres tras esa reja que entonces de niños asaltábamos y que ahora asaltan ellos, nuestros pequeños. Y les pedimos a ellas que recen por nosotros y por aquellos un año más…… Y deseamos que nunca nos olvidemos de ellas.
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