miércoles, 16 de octubre de 2013

La trampa del lenguaje

La palabra como expresión de lo que sentimos dirigida a nuestro interlocutor, es sin duda el gesto que más nos define como personas.

El lenguaje, la lengua, se modifica y evoluciona según las costumbres y según las indicaciones, mil veces repetidas, de la televisión, la radio o los medios de comunicación en general (que tremenda responsabilidad…)

Cambia el lenguaje desde las conjunciones (ya no vale solo las que nos sabíamos de corrido, hay que añadir: versus, via y no sé qué más…) hasta palabras que sustituyen a las políticamente incorrectas, palabras que en muchos casos casi provocan hilaridad, que quieres que te diga… Así decir que Obama es un hombre de color… pues francamente es bastante ridículo, (otra cosa sería si su piel estuviera tintada en verde entonces si tendría algo de sentido). Cambian palabras que se sienten como ofensivas, así viejo se sustituye como persona de edad avanzada o edad provecta (esto se usa menos…) o “hay que rejuvenecer las plantillas”, en lugar de “hay que expulsar a toda esta gente , hagamos un ERE y nos ahorramos una pasta”.

Pero las palabras más absurdas son las que, teóricamente, pretenden la igualdad de género, con origen en la llamada tercera ola del feminismo de finales del siglo XX y los llamados filósofos del lenguaje, o como hacer cambiar con las palabras (¿¿?? Esto sí que mola…) comenzando por la repetición o-a y llegando a situaciones extremas como “testigas” y otras que repiten algunas “doctas” ministras y periodistas famosillas.

Qué tal, me pregunto, si decimos taxisto? o pediatro?. Uff que daño ha hecho la eliminación del estudio del Griego y el Latín, estudios básicos para conocer la etimología de las palabras y definiciones.

Lo peor es que toda esta caterva de falsos filósofos pretende cambiar los comportamientos sociales y acercar “lo que debe ser” a sus personales comportamientos y, con la apariencia de hacer el bien, conseguir sus objetivos, que no tienen por qué ser lo correcto, o lo que necesariamente haya que hacer.

Y todo a través de la palabra.

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