jueves, 24 de octubre de 2013

Terror en el supermercado

Uff tengo la nevera vacía, pero vacía de verdad; no me queda otra salida que ir a la compra, al supermercado este que tengo enfrente de casa, y allá voy.

He adquirido la costumbre, buena costumbre, de comprar mirando y comparando precios, y, por supuesto, no comprar chorraditas varias ni caprichitos y por tanto voy directa con mi lista de la compra y siguiendo la ruta habitual; y claro tardando bastante más que cuando no lo hacía (lo de mirar precios digo).

Compruebo que el carro se me está llenando de manera peligrosa, “bueno tampoco es para tanto” , me digo, “algo tendré que tener por si vienen los niños”, si si los niños… pero si acabo zampándome yo los chocolates… en fin que haciéndome oídos sordos a mí misma, continúo mi ruta……

Frutas (qué martirio cinco al día), verduras, filetitos tiernos, algo de pescadito (venga sí…); y ahora las cosas de limpiar (¡qué tamaños tienen!, luego no caben en el armarito correspondiente…) lejía, papel de cocina……..etc

Al fin llego a la caja, “oiga, esta caja es de reparto?” , vale pues aquí me quedo. Detrás de mí se coloca un varón de mediana edad (no de la Edad Media sino de 50 años, año más año menos…) no lleva carrito sino un pequeño cesto, con pates, quesos, algo de jamón ibérico y unos panes… todo riquísimo como acostumbran los varones (mira qué suerte!)

Noto que el varón me mira de forma extraña, y que de vez en vez resopla, o al menos eso me parece, y además hace intentos de empujar mi carro mientras mira con cara compungida su muñeca izquierda donde tiene instalado el reloj. Yo que ya me conozco la táctica, disimulo (y no silbo porque no sé) y comienzo a sacar la compra del carro poco a poco y por orden, con el fin de que no me coloquen en las cajas el pan bimbo con la lejía o los huevos con las latas de cocacola, que acaban rotos. El varón se está poniendo verde de ira y a mi está empezando a darme miedo este hombre….

Yo sé que el pretende que le deje pasar; presupone que ¿total yo qué prisa tengo?, pero es incapaz de pedirlo, así es que sigue exigiéndolo con su cara cada vez más verde y sus mandíbulas apretadas……

Cuando ya todo está metido en las cajas de reparto, saco mi visa para pagar y el varón aprovecha para avanzar, casi no me deja espacio para firmar el papelito, (¡me está empujando!) así es que no tengo más remedio que preguntarle: ¿tiene usted prisa? Debo haber puesto cara de fiera pues el hombre ha cambiado la expresión y se ha retirado algo……..

2 comentarios:

  1. Gracias por su crónica del mercado, porque en ella nos podemos hermanar unos cuantos ¿Cúantas veces he vuelto llena de donettes porque mi estómago rugía ese dulzor a fábrica aunque mi cabeza sabía que iba a por pescadilla "de la fressca" para mi hijo??? pura contingencia volitiva...o ¿En cuántas ocasiones he envidiado al varón que sólo va con ibéricos y ni una sóla botella de detergente pa la lavadora, oiga! y encima con prisas!! pero ¿quién le convoca?? el colesterol mano a mano con el ácido úrico (ay, quien fuera llamada por estos elementos...). Así que gracias por poner nombre y humor a la cotidianidad, esa que nos hace y hacemos.

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  2. ja ja me parto!!! que cierto es, me ha pasado un montón de veces!!!

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