jueves, 20 de febrero de 2014

Las "desorientadas" fronteras de Europa

26 países europeos, entre ellos España e Italia, forman parte de lo que se llama el espacio Schengen (en el que a efectos prácticos cabría también sumar a Bulgaria, Chipre, Croacia y Rumanía). Por tal espacio circula libremente toda persona que haya entrado por las fronteras pertenecientes a los países que están situados en los límites de ese espacio.

La entrada de inmigrantes irregulares en la Unión Europea aumenta cada año: un 48% en 2013 respecto al año anterior, lo que totalizaban 170.000. Por su parte, las solicitudes de asilo alcanzaban una cifra superior a 350.000 personas y ello porque, obviamente, los conflictos bélicos africanos producen una enorme cantidad de desplazados.

Por el sur, las fronteras más sensibles (sensibles porque es por donde se plantean los conflictos con las avalanchas de subsaharianos) pertenecen a Italia (Lampedusa, Sicilia) y España (Ceuta, Melilla).

Tanto a España como a Italia se les ha cargado con la responsabilidad de esas fronteras europeas al tiempo que soportan una doble presión: por un lado la de la seguridad y por otro la de la humanidad.

Y en medio de ello se sitúa el cinismo y la hipocresía de determinados políticos que no pierden ocasión de señalar cualquier tragedia que sucede cada vez que hay una avalancha de inmigrantes (más de una decena de muertos en Melilla en febrero de 2014 y otros tantos en Lampedusa el verano de 2013), con la pretensión de apuntarse tantos para la próximas elecciones. Como decía, con ocasión del caso de Lampedusa, el Papa Bergoglio: “hoy todos los hombres y ninguno se hacen responsables de las tragedias de la inmigración… hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna, hemos caído en el comportamiento hipócrita”.

Y ahora ¿qué? Por una parte la Comisión Europea, por boca de su titular de Interior (Cecilia Malmström), criticó la actuación de la frontera española. Por otra parte el Gobierno español se ha apresurado a recordar que es necesaria una reforma «para hacer posible todos los derechos y la integración social de los extranjeros pero al mismo tiempo, el derecho y el deber de controlar las fronteras y que se entre en España de forma legal y por los sitios habilitados».

Pues muy bien pero… ¿qué hacemos? Porque esta situación sigue ahí, se producirán avalanchas, tanto en Italia como en España. Países europeos que no tienen por qué ser responsables únicos de tales dramas. La Unión Europea ha de destinar recursos a las zonas fronterizas europeas (que lo son por mor de los Tratados) y los países fronterizos tendrán que tener muy claro qué es lo que deben hacer.

Y luego no olvidar que las ONGs, la ayuda al desarrollo, la cooperación con los países africanos, tiene que ser directamente destinada a obras específicas que ayuden a esos países a desarrollarse…… no a que se desarrollen sus gobiernos ni sus dirigentes.

Y, en fin, aquí quedan las palabras del Papa Francisco en relación con la cultura del bienestar, "que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en una pompa de jabón, que son bonitas, pero no son nada más, son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros, lleva a la globalización de la indiferencia".

2 comentarios:

  1. Pues a ver si hay suerte... y la Unión Europea se entera de que "sus" fronteras están por aquí abajo....y corren con los gastos, ¡claro!.

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  2. Acaba de producirse otro desastre en Lampedusa. Italia y España deberían unirse en la Unión Europea para este tremendo problema de la inmigración. ¡Que se despierten los eurodiputados, con ese sueldo que tienen!.

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