Puede
ser que, a algunos, no nos parezca lo más divertido del mundo, puede ser que
nos aburra y que miremos al de al lado con sorpresa por la cara de ilusión que
pone cada vez que uno de los jugadores corre detrás del balón… o cuando otro de
ellos salta y se estira entre tres palos para que no se cuele…. Pero, desde el
mundial de 2010, cuando España ganó la Copa, consiguió algo que ningún “líder”
político había logrado: colocar en lo más alto la bandera española, la bandera
roja amarilla y roja de todos los españoles. Y ello sin ningún atisbo de
vergüenza (como venía pasando), sin miedo a que les llamaran “fachas”, más bien
al contrario: despertó el orgullo de un sentimiento que estaba ahí escondido: “…yo
soy español, español, español”… fue emocionante.
Pues
ahora, el 24 de mayo en Lisboa, de nuevo el orgullo nacional: dos de los
equipos más importantes de España se van a disputar (¿o repartir?) la UEFA
Champions League. El Real Madrid y el Atlético de Madrid. Y ello bajo un
eslogan: pase lo que pase en Lisboa la copa se queda en Madrid, en la capital
de España.
Es
verdad, no importa quien gane: gana Madrid y gana España que tiene el orgullo
de albergar dos de los equipos mejores del mundo futbolero. Y además uno de
ellos, el Atlético de Madrid, ha dado una lección a todos: ha enseñado a
trabajar día a día, escalón a escalón. Ha enseñado a perseguir un objetivo, sí,
pero paladeando también cada paso que se consigue: si se cree y se trabaja…… se
puede.
¡Viva
el coach nacional!
El partido fue emocionante. Ganó el Real Madrid, sí, pero los dos equipos dieron un estupendo ejemplo. Y sí ¡Viva Madrid! y ¡Viva España!
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