Cada
mañana, a eso de las ocho, se asoma al portal y revisa esa parte de calle que se
“pega “ a su casa de la que él se siente responsable.
Armado
con la escoba y la fregona procura dejar todo impoluto, la acera reluce desde
lejos y marca frontera con el resto de calle………. Curiosamente la genta continúa
pasando sobre lo mojado por su fregona, no se apartan ni un centímetro y da
igual que pasen carritos infantiles, ancianos o jóvenes o incluso ese individuo
del perro enorme crecido últimamente (debe ser animalista….) nadie se aparta,
nadie respeta el trabajo del portero; él mientras tanto no se inmuta y continúa
con su higiénica labor……..
Es
de agradecer.
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