Me
dirás que el título no sabes si se corresponde con lo que sigue, puede ser. Me
dirás eso de “la ciencia avanza…. también hay nuevos planetas…” y te quedarás
tan ancho….
Pero
¿acaso existe un concepto más exacto que el de la familia para hablar de la sociedad,
de la vida que nos rodea, de nosotros mismos? ¿Acaso nuestros recuerdos, todos,
no están trufados de familia?
En
efecto, las decisiones políticas, las decisiones de la vida misma afectan en
primer lugar a la familia. Así cuando hablamos de educación, de conciliación,
de maternidad, de infancia, de machismo, de feminismo, de aborto… no hacemos
más que describir todos los problemas reales de nuestra sociedad. Una sociedad
que maltrata a la familia.
En
estos últimos días hemos oído y leído noticias espeluznantes: un padre se
arroja con su hija de un año por la ventana de un hospital… tras una fuerte
discusión con la madre de la niña…
Los
padres de una menor con una enfermedad rara consiguieron, tras una campaña para
pagar un “tratamiento fuera de nuestras fronteras que no se podían costear”,
casi un millón de euros gracias a los donativos que aportaron lo que se llama
“la buena voluntad de la gente”. Bien… pero luego los donativos no fueron
destinados a su “curación” sino a la buena vida que se dieron tales padres.
Rusia
despenaliza el maltrato a las mujeres, de manera que las agresiones machistas
serán solo faltas administrativas siempre y cuando “sólo se pegue una vez al
año”. ¿Sorprende? no creo.
En
fin, las cifras de víctimas de violencia machista, entre mujeres y niños, son
escalofriantes y aumentan en el mundo de día en día.
Y
hay más cuestiones.
Podemos
hablar de eso que llaman los vientres de alquiler, que otros -eufemísticamente-
dicen “maternidad subrogada” con toda la carga que aporta de utilización de la
mujer como mera “vasija”, que dice -con bastante precisión- algún grupo
feminista.
La
lista, que puede ser interminable, sigue con la permisiva campaña vasca y
navarra en favor de “niños transexuales” y, paralelamente, la inmediatez con
que se produce la paralización policial contra un autobús que se enfrenta a esa
campaña dejando patente la diferencia entre niños y niñas.
Así
lo que se viene en llamar la ideología de género, enarbolada por una asociación
vasca que se llama Chrysallis, decidió que hay niñas con pene y niños con
vulva… frente al mensaje desplegado por Hazte Oír en el que subrayan que los
que tienen pene son niños y los que tienen vulva son niñas. (Estos últimos,
finalmente, han decidido dejar claro que su mensaje ha sido censurado)
Parece
inútil la discusión, pero hete aquí que, los de la crisálida, dicen que es
ciencia. Que la cosa esta del “sexo sentido” es ni más ni menos que la no
correspondencia con el sexo que se “asignó” al nacer simplemente por sus
genitales. O sea que es una cosa subjetiva.
Y,
pregunto, ¿el porcentaje de los niños que opinan así, de los que se sienten
así, es tan grande? ¿de verdad?. Tan grande como para hacer callar a unos y
permitir a los otros, en nombre de “la ciencia”, decir lo que les venga en gana?.
A
las puertas de un nuevo día 8 de marzo, el llamado día de la mujer (supongo que
lo de trabajadora ya por fin lo quitarán), subrayo que todo esto va contra
ella, contra la mujer y contra la familia.
Subrayo
que el desconcierto entre los niños tiene que ser monumental. ¿Cuántos niños
transexuales existen para insistir en convertir la excepción en ley, para
convertir todo esto en propaganda política?.
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