Camino
despreocupada por la calle, miro escaparates, entro a las tiendas a echar un
vistazo...... en uno de los bolsillos del abrigo resuena un “click”, de
inmediato, apenas una milésima de segundo, cojo el móvil y miro, no sin cierta
ansiedad, se trata de uno de mis cinco chats. Me paro en una esquina de la
tienda, y leo: no puede ser diez notificaciones, diez!!!!, “Memes” muy
ingeniosos, sí, pero es que ya me los habían mandado antes.... claro que quien
me los envía no tiene por qué saber esto.... así es que contesto auxiliada por
los emogis o emoticones o como se llamen, rubricadas naturalmente por la
flamenca (ole!). Pasan dos horas y cerca de cuarenta comunicaciones o
notificaciones (eso pone en el móvil), casi no me entero ni por donde voy, regreso
a casa, miro (por pura costumbre) el buzón: no hay nada.... subo a casa,
descuelgo el teléfono: me comunican que no tengo mensajes, nadie ha
llamado..... Y no puedo evitar pensar que si no fuera por el móvil y sus chats,
no me enteraba de nada....
A
ver, estoy agotada, reconozco que necesito la comunicación, que me crea
ansiedad desconocer la situación de amigos y familia, pero estoy agotada....
así es que en plan heroico apago el móvil....... a ver cuánto dura.....
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