Página diez del cuaderno de la médico jubilada

Han pasado ya cuatro meses del cambio de vida, del brusco cambio de actividad. No soy del todo consciente de que esto no son las vacaciones, que esto es ya para siempre, así es que no vale solo leer, ir al cine y charlar sin más.

Ya no tengo “gestiones” que hacer, ya todo lo tengo en orden, solo queda controlar los gastos que exige una constante vigilancia….así hasta que me acostumbre.

Intento mantener los horarios y ser fiel al “decálogo del jubilado” que al inicio me propuse……. Pero sigo sintiendo, o más bien teniendo, cierta sensación de vacío que procuro superar desde que me levanto de la cama hasta que a ella vuelvo.

Y me he preguntado ¿por qué?, ¿por qué esa sensación de: “me falta algo”?

Y me he contestado de forma totalmente sincera.

Para nosotras, las mujeres, la actividad laboral, sobre todo si estamos hablando de trabajos no físicos, el esfuerzo mental permanente que exigen, las relaciones personales con nuestros compañeros de trabajo, el interés por todo lo que nos rodea…. Es como mantener dos vidas paralelas: la familia y el trabajo. En el caso de las médicos, sobre todo las de nuestra generación, esto se hace aún más evidente, pues estamos hablando de una actividad profesional de alta repercusión social y elevado reconocimiento. Todo ello hacía que nos sintiéramos en plena forma y convencidas de que ¡podíamos con todo!

Así es que habituadas a ser auténticas super-woman en este momento de nuestras vidas: nos sobra el tiempo? O es algo más complejo? Indudablemente perdemos eso que se llama status social, o categoría; ¿dejamos de ser médico, o abogado o periodista o lo que sea…para ser simplemente una señora jubilada?

Deberíamos prepararnos para este momento al menos desde los sesenta física y mentalmente, pero ¿Cómo se hace? ……….. acudo al decálogo básico del jubilado e intento seguirlo a rajatabla en plan cursillo acelerado…….ya veremos qué pasa.