Regresé
a casa y comenzó el cíclico revoltijo de ropa.
A
ver: las camisetas de verano abajo, los pantalones claritos y de tela finita
lavaditos y en sus fundas, los vestidos sin mangas (“bueno de manga corta que
hace que no compro sin mangas lo menos diez años”) y que por cierto no me he
puesto ni un día, pues en sus fundas seguirán un año más. Los trajes de baño al
ultimísimo cajón. Bolsos de verano al maletero del armario. Bajo los bolsos de
invierno (un poquillo anticuados la verdad, pero, eso sí, de todos los colores
imaginables) los coloco en la parte inferior del armario, un poco apretaditos.
Comienzo
a sacar los ropajes de invierno (¡qué pereza! ganas me dan de dejarlo para
mañana en plan Scarlata Ohara) y me lo voy probando todo… menos mal no he engordado!!!
Todo me cabe y además, intento convencerme a mí misma, es todo ideal y se sigue
llevando……………………… Pues ale: siguiendo mi vieja táctica una percha detrás de
otra: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y…finde.
Lo
peor es que estoy convencida que volveré a tener que rebuscar alguna de estas
cosas, por lo de los anticiclones estos que dicen y que se transforman en días
de calor… en fin que vamos a hacer.
si , sin falta tendré que arreglar mi armario que ahora mismo es un caos total!!!
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