Los
ascensores de mi casa son un horror, muchos pero lentos y sin memoria.
Yo
tengo la suerte de vivir en el último piso con lo que si me subo y doy al
botón, rápido todo ello, subo sola hasta mi casa. Y no es que odie a la
humanidad, es que el ascensor es súper-lento: hasta 1 minuto tarda en subir
desde el garaje hasta el sexto donde vivo.
Detesto
encontrarme con algunos de mis vecinos, uno en especial que, con su perrito,
casi ahorcándolo, acelera la marcha para alcanzarme y subir al mismo tiempo que
yo (…pero que prisa tiene este hombre si está jubilado!!....) y yo procuro
apartarme que ya una vez me mordió un tobillo… (“si no hace nada pobrecito”… “pues
me acaba de morder… no es por nada..”).
Los
jovencitos que ahora son tan altos se meten y esbozando una mueca miran al
techo y ni preguntan a qué piso vas…. ¡qué monos!.
Y
también están los niños del tercero con su cuidadora (¿?) que es una señora
encantadora que “cuida” de todo, es decir plancha, lava, va a la compra y sí ,
también cuida a los dos niños del tercero. Pero lo que más detesto es coincidir
con “la del primero” que apenas puede hablar de lo estirada que tiene la cara
(¡pobre!), seguramente tiene también estirado todo el cuerpo y no le da la piel
de las piernas para subir las escaleras, pues no me explico si no a santo de
qué prefiere esperar este tormento de ascensor…..en fin… este es mi drama.
jajaja buenísima crónica de los eternos viajes en ascensor
ResponderEliminarpues si: el ascensor, uno de los sitios donde se reconoce la buena o mala educación
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