Ya
cumplió los setenta, hace ya cinco, y como cada domingo desde los veinte que
consiguió comprar su coche, limpia con esmero las ventanillas laterales, el
retrovisor y el cristal delantero….
Como
pasa poca gente apenas es objeto de miradas indiscretas y a ella parece no
importarle demasiado, está acostumbrada a ser pionera en muchas cosas, desde
los pantalones en los cincuenta, el carnet de conducir a la llegada a la
Politécnica, así es que ni se inmuta por las miradas de los demás y continúa su
labor: con su mano izquierda mantiene el multiusos y la derecha pasea con
fuerza los cristales, esos que sus nietos marcaron y embadurnaron de patatas
fritas,
Y
mantiene su sonrisa, su pelo blanco, su cifosis y sus brazos fuertes, fibrosos,
marcados por las múltiples manchas que señalan los años pasados… es una
estampa urbana del tiempo que pasa, como cada domingo en esta calle……