“Me
ha escrito Manuela”, me dice mi vecina Paquita.
“¿Quién?”
“¿Cómo
que quién? pues la Alcaldesa, ¡quién va a ser!.“
“Uy,
pues que atenta ¿no?, ¿es por tu cumple?”
“No,
qué va, es para que participe”.
“¿En
una fiesta del Ayuntamiento?”
“Ja,
ja…. no mujer en como decorar la ciudad. Es que a Manuela lo que le gusta es lo
de que todos participemos en todo”
“A
ver, pero digo yo ¿no hemos votado a unos representantes para la cosa
municipal, es que acaso no hay arquitectos, paisajistas urbanos…?”
“Bueno,
no me digas que ahora te va a parecer mal que te pregunten qué quieres”
Pues
mira, sí. Yo voté ya, así que ahora que no vengan retorciéndome el brazo y
preguntándome (directamente a mí, con una carta dirigida a mí, a mi domicilio)
si lo que yo quiero es, por ejemplo, la paralización de los procesos
especulativos. Entre otras cosas porque yo -que en absoluto coincido con el
sentir comunista- no sé a qué se refiere esta buena mujer. Tampoco sé qué es
eso de programas de eficiencia energética en los centros educativos, cuando lo
que deberían hacer es mejorar la enseñanza y desalojarla de tanta ideología
como están sembrando; tampoco entiendo lo de diseñar obras municipales nuevas
con criterios de consumo de energía mínimo…
“En
fin ¿sabes qué te digo?: que se dediquen a mejorar la limpieza de la capital de
España, que cada vez está más sucia; mejor que haya más Policía de barrio;
mejor dejar de colgar cartelitos por todo Madrid diciendo cositas tan
agradables como “de Madrid al cielo y no al suelo”.
“Y
sobre todo: ¡basta ya de tanta demagogia, que nos está saliendo carísimo y
Madrid sigue sucio!”
Miro
a Paquita…. pero ya no está… se ha ido corriendo saltando entre papeles, hojas,
cacas de perro…….
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