Salvini
(Liga Norte. Ministro italiano de Interior) que dijo eso de “Se acabó la buena
vida para los inmigrantes” ya cumplió lo prometido. Sus advertencias cumplidas
contra el “éxodo” de subsaharianos está empezando a conseguir el objetivo que
buscaba y no es malo. Así: primero ha señalado a la Unión Europea que el asunto
debe ser abordado, con toda urgencia, por Bruselas. Los “campos de refugiados”
no pueden quedar en manos de Italia, Grecia o España, que son los que soportan
la avalancha de barcos saturados de personas, probablemente desesperadas,
probablemente necesitadas de ayuda… probablemente. Pero para ellos y para
Europa tiene que buscarse una solución mejor. Una solución que no queda muy
lejos de las manos de la Cooperación Internacional. Es decir: la ayuda europea
debe situarse en sus países de origen. Con seguridad, ello sería lo mejor para
todos.
Además
habría de diferenciarse con claridad refugiados de inmigrantes. No se puede
repartir alegremente estatutos de refugiado, algo que pretende alguna
organización no gubernamental.
Y
así, y por otra parte, el ministro italiano ha rechazado, por activa y por
pasiva, la forma de actuar de las ONG que operan en el Mediterráneo, entre
otras cosas porque actúan favoreciendo a las mafias dedicadas a “exportar” a
los emigrantes irregulares (insisto: que no refugiados). Mafias con estilo
decididamente delictivo.
Pues
bien, los últimos episodios (como el “Aquarius” rechazado por Italia y que
recogerá España) parecen que han abierto
un concurso de ¡a ver quién es más solidario! Y, ante la postura italiana,
andan los ayuntamientos españoles ofreciéndose. No es esa la solución. Veremos
que ocurre en la cumbre sobre refugiados que se celebrará en Bruselas a finales
de junio. En esa cita parece que se aprobará la reforma del sistema comunitario
de asilo y la protección de las fronteras exteriores.
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