Acabada
la cena, con los niños dando tumbos en plan zombi por aquello del trasnoche,
nos disponemos en torno al televisor, a ver caer la bola de la Puerta del Sol;
el cotillón preparado; (por cierto cotillón en su acepción léxica de conjunto
de objetos y adornos que se utilizan para divertirse en las fiestas de fin de
año y reyes, y no un enorme cotilla, que también podría ser….) Ah! Y las doce
uvas, contamos una y mil veces si realmente están las doce, no sea que total
por una tontería nos quedemos…… Y bueno, lo cierto es que recordamos, aún sin
querer, a aquellos que no están ya.
Y se
acaba la fiesta………………
Me
asomo al ventanal del salón, se oye un ruido repetido una y mil veces, son las 2
y media de la madrugada, un hombre solo camina arriba y abajo de la calle con
pasos lentos, golpea una especie de entre tambor y pandereta (un pandero?)
serio sin cantar ni nada, solo golpea el instrumento con cierto ritmo, uno de
mis nietos me pregunta “… ese señor se divierte abuela?” …. “Pues no se…igual
sí”
Cuelgo
el calendario 2014, con todos sus días sin tachar, con los propósitos
decididos, con las nuevas esperanzas, con los deseos, con todos esos ojala! que
albergan nuestros corazones.
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