Desgraciadamente
el paro se ceba con los jóvenes, con las mujeres, pero también con los mayores
de 50 años. Veo en la televisión que un bar –creo que de Madrid- ha decidido dar
una segunda oportunidad a parados de más de 50 años. Son camareros que
perdieron su empleo con la llegada de la maldita crisis. Están felices…y,
¡claro!, los clientes encantados con su manera de trabajar, de tratar a los
clientes, a mucha distancia de los que “empiezan” en el oficio. A eso lo
llamamos experiencia.
Leo
un dominical (de los que un amigo dice que si se hace una pira con ellos… tampoco
pasaría nada….) que, en esta ocasión, lleva a sus páginas un reportaje con
mucho sentido: triunfadores y activos, dice. Se refiere a personalidades de la
escena, de la literatura, de la cocina, del periodismo, de la judicatura, etc.
Todos sobrepasan los 70 años y siguen en la brecha: ¡en ellos se encierra el
sentido de la vida! Y lo mejor: son conscientes de ello.
La
capacidad de sorprenderte, de crear, de imaginar, de respetar y de amar la
vida, de dar gracias por lo bueno y por haber sabido esquivar lo malo,
¡exactamente eso es lo que no hay que abandonar jamás! Y eso es justamente lo
que produce la experiencia. Ese sentido que consigue poner “las cosas en su
sitio”.
Lo cierto es que, en muchos aspectos, se ha perdido el respeto hacia los mayores, el respeto, en suma, por la experiencia.
ResponderEliminar