jueves, 12 de marzo de 2015

El poder de la experiencia o poner las cosas en su sitio

A veces me sorprenden comentarios de algunos “jóvenes” a quienes les molesta la ancianidad (¿experiencia?... ¡qué se la metan…!) convencidos ¡pobres! con que si abandonaran sus trabajos los que ellos llaman “viejos” (a partir de 50), ellos podrían acceder al mundo laboral en un chasquido de dedos pulgar y corazón. ¡Qué equivocados están!

Desgraciadamente el paro se ceba con los jóvenes, con las mujeres, pero también con los mayores de 50 años. Veo en la televisión que un bar –creo que de Madrid- ha decidido dar una segunda oportunidad a parados de más de 50 años. Son camareros que perdieron su empleo con la llegada de la maldita crisis. Están felices…y, ¡claro!, los clientes encantados con su manera de trabajar, de tratar a los clientes, a mucha distancia de los que “empiezan” en el oficio. A eso lo llamamos experiencia.

Leo un dominical (de los que un amigo dice que si se hace una pira con ellos… tampoco pasaría nada….) que, en esta ocasión, lleva a sus páginas un reportaje con mucho sentido: triunfadores y activos, dice. Se refiere a personalidades de la escena, de la literatura, de la cocina, del periodismo, de la judicatura, etc. Todos sobrepasan los 70 años y siguen en la brecha: ¡en ellos se encierra el sentido de la vida! Y lo mejor: son conscientes de ello.

La capacidad de sorprenderte, de crear, de imaginar, de respetar y de amar la vida, de dar gracias por lo bueno y por haber sabido esquivar lo malo, ¡exactamente eso es lo que no hay que abandonar jamás! Y eso es justamente lo que produce la experiencia. Ese sentido que consigue poner “las cosas en su sitio”.

1 comentario:

  1. Lo cierto es que, en muchos aspectos, se ha perdido el respeto hacia los mayores, el respeto, en suma, por la experiencia.

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