“¿Qué
te ocurre?” Le digo a Mercé, la hija de mi vecina que parece llorosa. Lo cierto
es que no suelo hablar mucho con ella, pues tiene fama de maleducada y
protestona pero, no sé por qué, ayer me dio pena con tanta lagrimita.
“Pues
nada que mi madre me roba”, me espeta de forma insultante.
“¿Cómo
que te roba?”, pregunto absolutamente sorprendida.