Decía Mariano José de Larra, muy buenas pulgas
no debía tener, que se escribe porque se lee y se lee porque se escribe……. Y
todo para meterse con la ciudadanía de su época a la que acusaba de no leer…
consecuencia, quizás decía, de que no se escribía suficiente….
No estoy de acuerdo, se escribe para ver
representado el propio yo. Se escribe para soltar todo lo que, en un momento
determinado, se piensa y, sin remedio, se “suelta” para no convertirlo en
“tortura”. Se escribe para no perder los pensamientos, para sujetarlos, a veces
por puro placer
Y tortura es pensar, en estos tiempos de
pandemia, en palabrejas como gerontofobia y gerontofilia…. (de las que nadie
quiere hablar...) o en cumplimiento de normas…. tales como hace un siglo se
exigían: dos metros de distancia y tápese la boca y la nariz, nada nuevo…
Pandemia…. Pandemonio, la falta de libertad, la
sensación de la pérdida de los días ¡de los meses!, todo demoníaco, ruido y
confusión.
Tortura es, también, esos fantasmas del
aislamiento. Fantasmas que te obligan a salir a la calle solo un poquito…. Así
que leemos, oímos, miramos, rezamos y ¡claro! escribimos.
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