martes, 25 de octubre de 2016

Viajo en metro... con un loro

Me dirás que no es cierto, te reirás y al final quizá comprendas el sentido de la imagen.

Te confieso ahora, por lo bajito, que yo tampoco lo entendí en principio… pero, luego, de golpe comprendí que una mascota no son, no pueden ser, todos los animales. Bueno ¡claro!... una vaca o un toro… o quizá ¿Por qué no?. Pero, a veces, podría valer una imagen, un recuerdo… no sé, quizá.

Y no me refiero a la “amable y simpática” señora que se sienta a tu vera y no para de comentarte todas “las jugadas” del viaje, no.

Me refiero a un loro de verdad.

Sucedió en la línea 1.

El loro tenía 15 años y, en serio, parecía estar cansado de la vida, no sé. Estuvo quieto todo el trayecto sin despegar sus ojos de la persona que le estaba llevando de aquí para allá.

Aguantó, claro, ¿Cómo no aguantar cuando vivir así es (eso de moda) no salir de tu zona de confort?. Qué quieres, ¿que se vaya a recorrer el mundo? ¿a estas alturas?... y buscar otro “trabajo”…. conocer otras jaulas, otras voces, otras miradas…. deja, deja… ¡pa lo que me queda en el convento…..!

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