Salgo a la calle en un alarde de heroísmo….
miro a derecha e izquierda, poco segura de que esté haciendo lo que debo…. llevo
mascarilla (de las quirúrgicas que he oído que valen para tres o cuatro veces),
guantes de plástico que casi no me dejan mover los dedos, gafas de sol (otras
no tengo), y una bolsa grande entre mis manos, así como enseñándola, y en mi
cabeza la lista de la compra…. (me la repito una y mil veces…)
La calle está prácticamente desierta, voy como
acelerada, por si me persiguen por no cumplir con lo decretado. Y, allí al
fondo, descubro la tienda de juguetes, la de “toda la vida”, cerrada, “normal”,
me digo, “por la pandemia”…. pero leo un cartel pegado en su fachada:
Liquidación por cese….
“Cese”, pienso una y otra vez, este cartel no
hace más que anunciar lo que se multiplicará mil veces en otros lugares de la
ciudad. Esto no es más que el principio y, cuando pase este maldito virus, nos
encontraremos metidos en un desastre económico sin parangón.
Maldito Gobierno sin ideas ni control.
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