Sales
dispuesta a pasear, a patear las calles, ver tiendas, museos (¿), utilizando ese
tiempo que “nunca has tenido” pero que todos opinan que ahora te sobra.
Cuando
han pasado cuarenta minutos, cansada, llegas hasta a sentarte en un banco,
miras a tu alrededor, en este pequeño parque urbano observas a unos cuantos
ancianos de aspecto descuidado, todos ellos hombres, sentaditos en los bancos
distribuidos en torno a una tierra sucia, con papeles, botellas rotas, colillas
de cigarros chupeteados una y mil veces.
De
vez en vez se acercan las palomas gordas y sucias que, acostumbradas, no se
inmutan ante la presencia humana, los hombres aquellos de igual forma, apenas
se percatan de su presencia, curiosamente no intercambian frases entre ellos,
los ojos de mirada turbia y ausentes de color, solo esperan que pase el tiempo
para volver a casa, comer y echarse una siestecita y por la tarde… “pues ya
veremos… lo que quiera la parienta…” Consciente de que puede que comiences a
formar parte de esta triste legión te incorporas de golpe y reanudas tu periplo.
Continúas
andando; ya se sabe que andar es buenísimo, todos lo dicen… “por lo menos dos
horitas…” eso dos por la mañana y dos por la tarde “así hago algo”…piensas…..”y molesto menos”…
Entras
en las tiendas y desearías comprar algo; antes solo cuando era necesario te
tirabas a la calle con el fin de realizar las compras precisas, pero “….Ay
amigo! Ahora no te va a llegar, o comes y pagas los gastos de la casa o….
compritas,…. así es que tu verás….”
¿Y
jugar al golf? ¿Eh?….echas cuentas y… Vale lo dejamos, ya veremos…
me ha parecido tierno y triste, pero terriblemente cierto
ResponderEliminar