Abro mi ventana y miro a la ventana de
enfrente, no hay mucho más que pueda hacer es cierto, pero al mirar veo la
imagen de un hombre asomado a su ventana entre la cortina, el hombre mira con
suma atención a la calle, esa calle que recorría tantas veces hasta hace unos
días, ya ni sabe cuántos.
El hombre tiene el pelo blanco, muy blanco, y
sus movimientos se adivinan lentos. Está solo, pero a pesar de ello cada día, a
la misma hora, abre la cortina a medias y aparece en la ventana y mira con
nostalgia hacia las palomas que ahora apenas se le acercan, esas que en el
parque cercano antes confiadas se le acercaban. Y sin poder remediarlo un
torrente de recuerdos se le amontonan y los ojos se le llenan de lágrimas
empapando así su alma…. pero se repone y estira su cuerpo que ahora su rutina
es otra, que debe resistir y estar preparado para aplaudir a las ocho de la
tarde…….
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