Nos
lo venían anunciando y advirtiendo, que no tendríamos (quizá) otra oportunidad,
que hasta dentro de treinta y cinco años no volvería, que el espectáculo sería
inimaginable, que no sucedía desde hacía sesenta y tantos años…. ¿Quién no se
inquietaría ante semejante advertencia?
La
cosa iba a suceder entre el 13 y el 14 de noviembre de 2016. Un poco antes de
las 20,00 p.m. ya estaba asomando por la ventana. Hombre, para qué te voy a
contar… si tú mismo lo viste….
Fue
un poco… decepcionante. Pero mira insististe y te dijiste “vámonos a la calle,
a Las Vistillas que allí he leído que se va a ver genial, que será impactante”.
Y chico, mira, como yo no creo que pueda ver la siguiente… pues me fui.
Mientras
íbamos busqué en el móvil cómo hacer la mejor foto…. pero ya era tarde… lo
primero que aparecía era la advertencia de que pretender hacer una foto de la
luna con el teléfono… era un error. Lo apagué. Miré hacia arriba. Me pareció
que la luna se “tronchaba” de la risa que le daba.
“Vámonos
a casa, que desde la terraza vemos lo mismo que aquí”. Si total, me convencí a
mí misma, sólo es el 14 por ciento más grande y el 30 por ciento más brillante…
ya si eso… me lo imagino.
Ya
de vuelta a casa la calle estaba animadísima. Todo el mundo señalaba la luna.
Parecían felices de ver el supuesto espectáculo. Será verdad eso del embrujo de
la luna…..
Al
día siguiente la prensa y la tele se encargaron de devolvernos toda una serie
de imágenes espectaculares con la luna sobre el Partenón, sobre la Puerta de
Alcalá, sobre la Catedral de Burgos….. (sin olvidar la foto “viral” de la
loncha de mortadela haciendo de luna).
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